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miércoles, 17 de noviembre de 2021

La vida del Primer Emperador de Roma, Octavio Augusto

 


Nuestro protagonista de hoy, es el conocido como Cayo Julio César Octaviano, aunque comúnmente se le conoce con el sobrenombre de Augusto, o César Augusto. Pero en buena parte del vídeo vamos a referirnos a él como Octavio para evitar nombrarlo solamente por sus títulos. Pues bien, Octavio Nació en Roma en el año 63 a.C. y murió en Nápoles en el 14 d.C. La Roma que conocía Octavio ya estaba lejos de ser esa Roma primigenia. 


Para el año de su nacimiento, la República romana ocupaba por ejemplo la totalidad de las costas Hispanas, a excepción de un pequeño foco de resistencia en el norte, donde gracias las montañas tribus cántabras y astures resistían. Estos pueblos generalmente eran de origen celta y sus guerreros conocidos por ser fuertes y voraces.  También poseía buena parte del Sur de la Galia con ciudades como Narbona y Massalia, colonia griega en el pasado. Obviamente poseían la totalidad de la península Itálica con territorios más al norte de la misma, Las islas de Córcega y Cerdeña. Sicilia, lo conquistado a los Cartagineses en el Norte de África territorios que hoy día son Túnez y Norte de Argelia, manteniendo en la parte Oeste a Mauretania como estado independiente a Roma. Ya en la zona Oriental era posesión romana, buena parte de territorios que actualmente son Eslovenia, Croacia, Bosnia Herzegovina, Montenegro, Albania, Grecia.  Casi la totalidad de lo que hoy conocemos como Turquía, la zona de Siria, parte de Israel, pero aún no Judea.  Egipto era aún independiente, teniendo la presencia romana muy cercana en el Oeste con lo que se conocía entonces como Cirene.



Sin embargo, para el año en el que nuestro protagonista comienza a tomar el poder absoluto, en el año 30 a.C. La extensión de Roma se aumentó considerablemente. Julio César (su padre adoptivo) en su tiempo previo a proclamarse dictador perpetuo conquistó la Galia en su totalidad para conseguir el prestigio que necesitaba, a pesar de haber pasado por una guerra civil contra Pompeyo, consiguió salir victorioso de esta e intervenir en la crisis que tenía Egipto entre Cleopatra y su hermano Ptolomeo. Mauretania ya no era más independiente, al igual que la zona de Judea y la totalidad de orillas que bañan el Mediterráneo en Oriente. 



Para cuando muere en el 14 d.C. La mayor diferencia en ambos mapas es la conquista del norte Hispano tras las conocidas como Guerras Cántabras entre el año 26 y 25 a.C. Pero solo ese episodio nos daría para un vídeo completo. Por lo que, una vez situados geogŕafica y cronológicamente, podemos empezar con el propio personaje de Octavio. 



Por lo que se puede leer en distintas fuentes, aunque siempre hay que tener cuidado de si lo que estamos leyendo es propaganda imperial o la realidad, se dice de Octavio que era un muchacho en su juventud de gran atractivo físico. Con piel bastante blanca, y ojos azules. Pelo rizado y rubio pero normalmente lo llevaba corto como podemos ver en este busto y en la propia reconstrucción. Tenía por lo que parece un rostro menudo y lo único que podía desentonar de él, como vemos son la posición de sus orejas que estaban bastante despegadas de su cabeza. Medía alrededor de 1,65 y a pesar de parecer bastante robusto en esculturas como la de Prima Porta, era casi todo gracias a la armadura pues su complexión era más bien delgada y delicada. Además, se cree con casi total seguridad que su salud no era la mejor, pues cuando en el futuro Julio César lo llevó consigo a Hispania para hacer frente a las tropas de Pompeyo, este se percató de que padecía colitis, bronquitis y eccema. Pero estas dolencias no disuadieron a Julio César para no potenciar los talentos del muchacho. 


Tanto él como obviamente su familia estaba emparentada con el “Problemático” César quien durante toda la juventud de Octavio llevó una serie de apuestas arriesgadas, que bien podrían haberle costado la vida y de paso, el futuro tan prometedor que acabó teniendo nuestro protagonista. Siendo su sobrino-nieto por parte de su madre, Octavio acabó siendo adoptado secretamente por este en el 45 a.C. cuando tenía 18 años y designado su heredero, ya que César había tenido solo una hija natural, la cual casó con Pompeyo, pero que murió tras dar a luz en el 54 a.C. Por ello, Julio César acabó interesándose en el joven quien ya desde bastante pequeño mostraba ciertos rasgos brillantes.  


La suerte para Julio César fue bastante adversa un año después de haber adoptado a Octavio, pues cuando parecía que tenía todo bajo control y estaba realizando su sueño de convertirse en el hombre más poderoso de Roma, en los Idus de Marzo del 44 a.C. se convierte en la víctima de un complot a manos de personajes tan ilustres como Bruto y Casio pero  que parece que solo estaba planeado para quitar de en medio al dictador perpetuo con unas 23 puñaladas, aunque seguro que le caería alguna más con las ganas que le tenían. Pero parece que hasta ahí llegaba el plan, pues tras su ejecución parecían no  saber muy bien qué hacer con un pueblo que se sentía traicionado por los conspiradores por haber asesinado a quien con tanta maestría se había ganado el favor de los romanos. 



Marco Antonio, sobrino de César, que realmente no tuvo nada que ver con su asesinato, pero que se creía su legítimo sucesor, salió del Capitolio al encontrarse con el cadaver de Julio César aún sangrante y seguramente también para salvar la vida. Cuando los conspiradores tuvieron que atrincherarse en el lugar del crimen por su propia seguridad, Marco Antonio comenzó a realizar las gestiones propias de una sucesión, entregando el testamento de César a las vestales sin siquiera abrirlo, puesto que creía fielmente que él heredaría todo. Julio César se había encargado de dejar contentos a los romanos para el momento en el que llegara su muerte. Ya que donó a los ciudadanos sus jardines y parte de su fortuna además de repartir lo que quedaba de su patrimonio entre sus tres sobrinos, pero en ese momento se conocía por todos que Octavio era designado su hijo y por lo tanto sucesor. 


Ahora, Roma se encontraba ante un desconocido, pues como el mismo Marco Antonio creía, todos opinaban que el sucesor natural de su fortuna y de sus títulos sería el hombre que a lo largo de los años lo había apoyado en la Galia y en su política. No por nada, a la llegada de Octavio a Roma, fue despreciado por Marco Antonio, que contaba con 38 años, tildándolo de “Chiquillo”. Pero Octavio, que ahora debido a la adopción poseía el nombre de Cayo Julio César Octavio, había leído el testamento de su tío-abuelo, sabía que este había dejado parte de la fortuna a los ciudadanos romanos, pero se percató que para Marco Antonio, ese reparto no era lo más urgente por el momento. De modo que mediante préstamos de sus amigos y los de Julio César se aseguró que el dinero prometido llegara a donde debía y que los romanos, supieran muy bien quién se lo estaba haciendo llegar. De esta forma, el desconocido, se convertía en amigo de Roma. 


Marco Antonio, por su lado intentó manchar el nombre del “Chiquillo” acusándolo falsamente de un intento de asesinato hacia su persona. Sin embargo, la falta de pruebas dieron la razón a Octavio quien al mismo tiempo se estaba ganando el favor de la aristocracia y la ciudadanía, quienes tal vez, creían que podrían controlar mejor a un niño de 18 años que a un contrariado Marco Antonio que solo buscaba obtener por la fuerza lo que se le había negado, además de ser el dueño de Roma. Dándose cuenta tal vez que por asesinar a un dictador, habían allanado el camino sin quererlo a otro peor. Ambos descendientes de Julio César se pusieron al mando de sus respectivas legiones. Mientras que Octavio tenía el apoyo de personas tan ilustres como Cicerón que se ocuparon de manchar la reputación de Marco Antonio con escritos que se conocen como Filípicas debido a sus costumbres libertinas y sexuales. Ambos ejércitos midieron sus fuerzas en Módena, donde Octavio salió victorioso y Marco Antonio que nunca había sido vencido, no encontró otra solución que no fuera la huída. 


Octavio volvió con sus tropas victoriosas a Roma dejándolas acampadas en Italia, obligó al senado a nombrarlo Cónsul y eliminó la amnistía de la que gozaban los asesinos de su padre adoptivo (Julio César), condenandolos a muerte. En este momento, los aristócratas y poderosos de Roma, se dieron cuenta de que el “Chiquillo” se la había jugado a ellos y era él quien con su apoyo, estaba consiguiendo hacer realidad los objetivos que se había impuesto el propio Julio César. 


Como buen alumno del dictador, Octavio sabía que, al igual que este en su momento perdonó la vida de su enemigo Pompeyo para hacerse parecer magnánimo, ahora Octavio hacía uso de un hombre de confianza de César, el conocido Lépido, para mandar un mensaje de paz a Marco Antonio y establecer los tres juntos el segundo Triunvirato que tenía la República romana en toda su historia.  Pero la paz que Octavio ofrecía a su anterior enemigo, no la estilaba para los asesinos de César. Con el uso de sus soldados, cerró la ciudad a cal y canto, evitando que los conspiradores pudieran huir hacia los demás recovecos de la entonces república. Momento en el cual, el triunvirato comenzó su mandato con sangre y con una obvia declaración de intenciones al requisar los bienes y ejecutar a los que se consideraron culpables del asesinato de César. Con un total de 300 senadores y 2000 funcionarios. Muchos de los cuales, se suicidaron para conservar el honor con formas más o menos “poéticas” como realizar un banquete en el que el acusado bebió veneno. Teniendo como última voluntad que el banquete siguiera con su cadáver presente. 


Marco Antonio por su lado, se cobró una venganza personal al querer dar muerte a Cicerón por la burla que habían supuesto las Filípicas. Cuando este intentó escapar, las tropas del triunviro lo cazaron y cortaron la cabeza, además de la mano derecha con la que había escrito su sátira. Solo quedaban ya por ajusticiar dos de los verdaderos ejecutores. Bruto y Casio quienes disfrutaban de la amnistía como gobernadores de Macedonia y Sicilia y que durante su estancia trataron verdaderamente mal a sus gobernados, por lo cual, la llegada de Marco Antonio y Octavio los hizo ver como libertadores.  La batalla se produjo en Filipos. en el septiembre del 42 a.C.  Momento en el cual Octavio estaba enfermo, pero su ejército y el de su aliado, lograron romper la defensa de Casio y Bruto. Ante la inminente derrota, Casio se suicidó con la ayuda de un asistente y Bruto por su lado optó por lanzarse a sí mismo contra la espada de uno de sus hombres.



Estando ahora la venganza completada y la República pacificada, se dio lugar al reparto de los territorios que los tres triunviros gobernarían. Lépido se quedó con la parte africana, mientras que Octavio optó por la zona Europea y Marco Antonio eligió Oriente Medio, Egipto y Grecia.       Comenzaba ahora la competición por ver qué triunviro se hacía con la parte de los otros dos. Al menos esa era la intención de Marco Antonio y de Octavio. Pues el pobre Lépido parecía conformarse con lo pactado y si acaso esperaba que los otros dos se destruyesen para reclamar luego él su parte. 






Como dijimos, la parte de Octavio comprendía la zona europea Occidental. Teniendo en ella la zona de Hispania salvo la zona de los Cántabros, la Galia, Territorios en los Alpes y costas de Eslovenia, Croacia, Albania… La península Itálica pertenecía al Senado. 
Para Marco Antonio, Tendríamos Macedonia, Las costas de Anatolia, Antioquía, Cirenne. Fronteras con estados clientes de Roma como Ponto, Capadocia, Armenia y su futura esposa Cleopatra, ahora reina de Egipto. 
Lépido, por su parte ocupaba como dijimos la parte Africana, teniendo como propiedad Túnez, parte de Argelia y las costas de Libia, hasta hacer frontera con el territorio de Cirene de Marco Antonio. En el Oeste, tenía al estado clientelar romano de Mauretania. 
Sexto Pompeyo, el hijo de Pompeyo, cuyo padre durante la guerra civil luchó contra Julio César, poseía las islas de Córcega, Cerdeña y Sicilia. 



Hay que entender que, aunque estos territorios tuvieran estos distintos gobernadores, todos formaban parte de lo que hasta el momento seguía siendo la República Romana. 

Con estos actores en el tablero, las probabilidades realmente se iban para el lado de Marco Antonio. El militar experimentado, con mejor ejército y mejor general que sus dos adversarios principales. Marco Antonio, sabía que Egipto era o un potencial aliado o un enemigo a erradicar. Por lo que, aprovechando el rumor que se cernía sobre Cleopatra de que había financiado a Casio y Bruto, la citó en Tarsos para que respondiera por sus acciones. Mientras que Marco Antonio la esperaba sentado en un trono para mostrar que era él quien poseía el poder. Sin embargo, Cleopatra, que era una mujer por lo que se cuenta, que sabía entrar en escena. Al igual que cuando en el pasado se reunió con Julio César secretamente llegando envuelta en una alfombra medio desnuda, ahora había organizado una procesión por el río llena de plumas rojas con su séquito, dejando a todos boquiabiertos, sus sirvientas vestidas de ninfas, etc.  De tal forma, que mientras se corría la voz de que la reina de Egipto venía con tal espectáculo, todos abandonaron el foro donde estaba Marco Antonio esperando y fueron a ver a la reina. 


Marco Antonio herido en su orgullo, no tuvo más remedio que acudir a donde se encontraba Cleopatra con la intención aún de juzgarla. No obstante, la recordaba como una chiquilla en los tiempos en los que esta era pareja de César y ahora quien lo recibía era una mujer que sabía explotar su belleza como un arma política. El juicio que pretendía hacer Marco Antonio, se convirtió en una comida entre iguales, durante la cuál quedó tan prendado que incluso le regaló territorios de su triunvirato como Fenicia, Chipre y trozos de Arabia y Palestina. Cleopatra, por su lado, sabía que Roma no se sostendría demasiado tiempo con tres hombres tan poderosos y esa misma noche consumó la relación con Marco Antonio para intentar usarlo como ya pretendió con Julio César y conseguir de él hacer de Egipto un estado tan fuerte como antaño y quien sabe si ser reina también de Roma. 



Mientras tanto Octavio se enfrentaba a bastantes problemas en su zona. El senado se revolvía bastante y tenía que contentarlo con sobornos, Por su lado, Sexto Pompeyo, aprovechaba la situación para agitar sus tropas en Hispania, mientras que la esposa legal de Marco Antonio, organizaba junto a su hermano una rebelión en Italia contra Octavio, la cual tuvo que sofocar el mejor general que éste poseía, Marco Agripa. Muriendo la Esposa de Marco Antonio tras una enfermedad 


Cleopatra, viendo la debilidad de Octavio, instó a Marco Antonio a atacar con su ejército. Desembarcando en Brindisi y asedió a las tropas de Octavio. Pero los soldados de ambos bandos se negaron a luchar, y se firmó la paz casando a la hermana de Octavio, llamada Octavia, con Marco Antonio. Las aspiraciones de Cleopatra por el momento, se veían mermadas.  


Octavia, intentó sin éxito reconducir a Marco Antonio a otra cosa que no fuera la guerra y su atención a Cleopatra. Pero él sabía bien lo que quería y sin mayor interés en su nueva esposa, la mandó de vuelta a Roma al tiempo que volvía a Egipto.  Buscó entonces Aumentar su prestigio con Roma realizando campañas en Oriente contra Persia. Aunque consiguió la victoria contra Armenia imponiendo un vasallaje, en el camino perdió a buena parte de sus 100 mil hombres además de disgustar enormemente a los romanos cuando proclamó su triunfo en Alejandría y no en Roma. Siendo esta una de las excusas que otorgaría a Octavio en el futuro para hacerlo ver como un rey extranjero y no como un romano. Para complicar aún más la situación, pidió el divorcio con Octavia y se casó con Cleopatra, con la cual ya tenía dos hijos y cuidaba del que supuestamente había tenido ella con Julio César, de nombre Cesarión. En su casamiento, entregó como dote a sus hijos su territorio de Oriente, mientras que a Cesarión lo nombraba Príncipe heredero de Egipto y Chipre. 


Ahora Marco Antonio, antes que triunviro, era rey de Egipto. Rey de un país no perteneciente a Roma y esto era algo que Octavio podría usar como propaganda en su contra para que, tanto el senado, como el pueblo romano no consintieran postrarse ante una potencia extranjera. Pues de poco habrían servido tantos siglos de guerras y conquistas. 


Octavio por su lado, también tuvo una complicada vida sentimental. Pues antes de tener treinta años, ya había tenido dos esposas. Pero tras ambas, se enamoró de Livia, una mujer que ya estaba embarazada de otro hombre.  Pero aún así, convenció a su padre para que la casase con él. Adoptó a los dos hijos de la mujer, Tiberio y Druso como suyos y se dedicó a reconstruir el ejército y la República de Roma para estar listos contra la inevitable guerra que se cernía contra Antonio.


En la Primavera del 32 a.C. con las instituciones republicanas ya restablecidas, en la ciudad de Roma recibieron una carta de Marco Antonio donde pedía que tanto Octavio como Lépido depusieran las armas y sus poderes a cambio de la vida tranquila en el campo. Aunque realmente era algo que no pegaba mucho con el General, puesto que era dar demasiado tiempo a sus adversarios para prepararse, es posible que la artífice de todo fuera nuevamente Cleopatra.  Pero ahora, Octavio se atreve a jugar la carta del rey extranjero y publica el testamento de Marco Antonio al senado y a los romanos, que tal vez fuera falso o no, pero servía para sus propósitos. En el cual se leía que Marco Antonio había designado sus únicos herederos a los hijos que tenía con Cleopatra y que ésta sería su regente. Contando Marco Antonio con más años que ella, y siendo sus hijos muy jóvenes, era casi seguro que si Marco Antonio se hacía con toda Roma, una reina de Egipto la gobernaría durante un tiempo. Ni el senado ni los romanos permitirían esto, sin embargo, sus tropas como ya vimos en Brindisi, estaban cansados de guerras civiles e inestabilidad. Pero Octavio es suficientemente inteligente para cambiar esto. Pues no declara la guerra a Marco Antonio, sino que declara la guerra a Cleopatra ante lo que vendió como una "Guerra de Independencia" de las influencias foráneas. 


El conflicto sobre todo fue marítimo. Las fuerzas se midieron en la batalla naval del Accio del 31 a.C.  Donde, a pesar de ser inferiores en número, la habilidad marcial de Agripa hicieron huir a las tropas de Marco Antonio y Cleopatra. A las cuales Octavio dejó huir, porque no había prisa en provocar una rendición tan precipitada. Durante un tiempo se dedicó a poner orden en distintos lugares como en Grecia, lidió con una revuelta italiana y en Persia, acabó con los aliados de Antonio, en busca de cercar cada vez más su posición. Cuando la derrota ya se cernía sobre los amantes. Octavio recibió 3 cartas. Cleopatra le enviaba un cetro y una corona en señal de sumisión y Marco Antonio pedía la paz. Solo decidió contestar a Cleopatra a quien le pidió que si quería la paz, que matase a Marco Antonio.  Pero Cleopatra veía que hiciera lo que hiciera, estaba atrapada. 


Antonio, intentó una última lucha desesperada que aunque no le fue del todo mal, las fuerzas de Octavio en comparación ahora eran inconmensurables. Aunque hay varias versiones sobre la muerte de los amantes, en esta ocasión me inclino a pensar en la siguiente. Pues a Antonio le llegó la noticia de que Cleopatra estaba muerta, noticia que seguramente el propio Octavio le hizo llegar y en el momento en el que este se suicidaba, se enteró de que realmente seguía viva. Pidió entonces que lo llevaran con ella para morir entre sus brazos. Cleopatra entonces pidió permiso para sepultar el cadáver y durante la audiencia con Octavio se presentó con sus mejores ropas para intentar seducirlo. No obstante, ella tenía ya 40 años y no 29 como cuando conoció a Marco Antonio, mientras que Octavio ahora tenía 30.  Por lo que con desprecio, le comunicó que lo único que conseguiría de él, sería que la llevaría a Roma como trofeo en su carroza triunfal. Ante esto, Cleopatra se encontró perdida y derrotada. Su única salida fue el suicidio mediante la mordedura de una serpiente venenosa llamada áspid, la cual acercó a su pecho para que el veneno la matase lo más rápido posible. El mismo acto que realizó la última reina de Egipto, fue repetido por todas sus doncellas hasta morir todas y cada una de ellas. 




Octavio mostró cierto respeto por la pareja al permitirles ser sepultados juntos. Pero ahí acabó dicho respeto, ya que no estaba dispuesto a que sus buenas acciones le pusieran en el futuro en una posición delicada. Por lo que se decidió en matar al hijo que había tenido César con Cleopatra, Cesarión. Que, si realmente era hijo del dictador, ejecutó a un familiar sanguíneo.  En cuanto a los dos hijos que tuvo Antonio con Cleopatra, los mandó con su hermana Octavia para que los criara como suyos. Volvió a Roma tras proclamarse rey de Egipto, para no provocar indignación entre los egipcios porque su milenario estado fuese ahora una simple provincia romana. Una vez allí, se encargó del mayor de los hijos de Marco Antonio de su anterior matrimonio, a quien mató de forma sigilosa para no levantar sospechas.  Por lo que, ahora sí, tras los infanticidios. Octavio reunía por fin para sí toda la herencia de Julio César. 


En Roma, el senado harto de guerras, no podían hacer frente a la figura de Octavio, que quien si lo hubiera pedido. Lo habrían proclamado rey. Pero él sabía que los reyes como tal, despertaban animadversión en Roma a pesar de que los romanos, tampoco confiaban ya en los órganos democráticos y republicanos por su corrupción. Por lo que Octavio siguió moviéndose con cautela y actuando poco a poco. Los romanos pedían orden, dinero, comida y paz y él se dedicó a darles todo eso con lo obtenido por la victoria. Licenció al medio millón de soldados, quedándose solo con 200 mil ante los cuales se proclamó con  el título militar de Imperator. Comenzó ahora a poner en práctica el proyecto que quería su tío. En torno a sí creó una especie de consejo de ministros donde destacó su amigo Agripa como organizador. Mecenas como financiero y un nutrido grupo de generales entre los que sobresalieron sus hijastros Tiberio y Druso. 


Para que los aristócratas no se vieran desplazados, escogió a 20 senadores, los cuales funcionaron como consejeros de esa corona que no se nombraba, quienes garantizaban sus decisiones en el senado. La Asamblea cada vez tenía menos poder y se reunía menos y menos. Por 13 veces consecutivas Octaviano fue nombrado cónsul. Pero en el 27 a.C. Con 35 años, con el único título que había aceptado como Príncipe, decidió que iba a retirarse de la política y que restauraba la república.  El senado, no solo abdicó al unísono ante la noticia, sino que le rogaron que asumiera todos los poderes en su persona dándole el apelativo de Augusto, que significa el aumentador. Y que con el paso del tiempo se convirtió en nombre de los futuros emperadores. En toda esta escena preparada, se demostró que ahora, todos, tanto conservadores como republicanos, veían preferible el orden que otorgaba un señor, antes que el caos repetitivo. 


Pero Augusto, realmente fue un buen emperador. Entregado y trabajador, que se consideraba a sí mismo el primer servidor del estado. Una vez conquistada la totalidad del norte hispano, renunció pronto a la guerra y con sus hijastros como generales, buscó mantener las fronteras del Imperio. Druso a quien adoraba y buscaba nombrarlo como sucesor, le  encomendó llevar la frontera en la zona germana del Rin al Elba, algo que consiguió hasta que una mala caída desde su caballo acabó con su vida. Ahora el sucesor sería a regañadientes su hijastro Tiberio. Se vivía ahora lo que se conoce como Pax Romana y luego la Pax Augusta. El ejército era fuerte, la burocracia funcionaba y la moneda estaba saneada. Para protegerse de males como los que mataron a su tío, creó la policía o lo que se conoce como los pretorianos. Sin embargo, tales complots estaban casi siempre en su cabeza. Por desgracia, las debilidades físicas siempre aquejaron al emperador. Las gripes y la colitis llegaron a provocar que no pudiera vivir sin tener un galeno siempre a su disposición. No obstante, a pesar de un sin fin de problemas políticos y personales. Siempre estaba decidido a trabajar para Roma. Llegó a una edad muy avanzada para la época y para un emperador pues muchos tras él murieron prematuramente por verdaderas conspiraciones o enfermedades. Pero a la edad de 76 años,  mientras trabajaba tras haber pasado una bronquitis bastante fatigosa, se sentía con la muerte cercana. Tal es así que llamó a Livia para poder despedirse y luego de los propios romanos.



 A su muerte. Los senadores llevaron su féretro a hombros por Roma hasta que fue incinerado en el campo de Marte. En cualquier otra situación, podrían haber esperado a que tras la muerte del emperador, el momento de retomar el poder para  el senado había llegado. Pero Tiberio había sido nombrado sucesor y comenzar de nuevo con las disputas por el poder podrían desintegrar Roma ante una frontera tan extensa por defender y unas tribus bárbaras que estaban esperando su momento para arremeter contra el Imperio. 

referencias del artículo:

Libros:

Hervás, J. M. R. (1995). Historia de Roma. Ediciones Universidad Salamanca.

Montanelli, I. (1961). Historia de Roma. El imperio a través de los seres humanos que lo forjaron. Globus.


Internet

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Octavio Augusto». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/augusto.htm [fecha de acceso: 6 de noviembre de 2021].

http://augusto-imperator.blogspot.com/2014/02/perfil-de-un-hombre-sencillo.html?m=1

IMÁGENES
Mapa batalla del Accio: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Accio#/media/Archivo%3ABattle_of_Actium-es.svg


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