Buscar este blog

jueves, 20 de julio de 2017

La vida de Mata Hari: agente doble, mujer fatal

A principios del siglo pasado, se produjo la primera gran guerra que conoció nuestro mundo. Pero a lo largo de dicha guerra también se mantuvo algo que venía siendo un clásico desde que experimentó su auge durante la edad moderna. Eso, era el espionaje. Como ocurre en ambas guerras mundiales, la necesidad de ganar provoca avances en distintas áreas. El espionaje no fue indiferente, si la guerra comenzó con palomas mensajeras a las que incluso se les colocaban cámaras para el reconocimiento del terreno, también se planeó el uso de aviones para estos menesteres o la utilización de mensajes cifrados y encriptados para transmitirlos por radio o telégrafo. Algo que seguía siendo necesario eran los agentes secretos. Estas personas podían venir desde todas las capas de la sociedad. Desde los más ricos a los más pobres, con ocupaciones como militares, simples limpiadores de zapatos o bailarinas como es el caso de la mujer que nos ocupa. Margaretha Geertruida Zelle o el nombre por el que más se la conoce, Mata Hari, fue una de estos agentes. En lugar de pretender pasar desapercibida, optó por hacerse una de las mujeres más conocidas de la Europa de sus tiempos, situación que le permitió codearse con sus objetivos, mantener relaciones con ellos y conseguir sus secretos por los medios que fueran necesarios. 

Hija de un sombrerero que deseaba ascender en el escalafón de la sociedad, tuvo que arreglárselas por sí sola cuando el negocio de su padre quebró y su madre murió mientras tenía la edad de 15 años. Acabó casándose con un militar y mudándose a Indonesia, pero por problemas en el matrimonio y tras la muerte de uno de sus hijos tuvo que volver a Europa y comenzar su historia de agente secreto de manos de la inteligencia alemana.